La nostra acció Girona, novembre 15, 2010
Ya en el año 2006, cuando Lulú contaba con pocos meses de edad, su propietaria llamó a la Fundación Mona para deshacerse del animal ya que, al quedarse embarazada, el medico le había aconsejado desprenderse del mono, que había comprado a su vez a otra chica de su pueblo.
Pensando que las administraciones se llevarían el animal una vez ya no lo quisieran, contactaron con el Seprona y el departamento de CITES, quienes regulan el comercio de animales salvajes amenazados. Sin embargo, y como en tantas otras ocasiones, CITES se limitó a decomisar al animal por falta de documentación, y dejarlo en depósito en manos del mismo propietario, dado que no existe un centro oficial del gobierno donde poder reubicar los animales decomisados.
En Abril de este año recibimos un nuevo aviso que nos alertaba de este macaco. Nos pusimos rápidamente en contacto con la policía y visitamos en numerosas ocasiones a la familia que acogía al primate. Después de varios años ya no tenían intención de entregarlo. Aunque empezó viviendo prácticamente como un bebé humano, a medida que fue creciendo tuvieron que ir limitando su movilidad, ya que cada vez costaba más de controlar. Durante el día vivía atada con una correa extensible y por la noche la encerraban en una jaula para loros. Tras convencerlos de que lo mejor para el animal era darle la posibilidad de convivir con otros individuos de su misma especie y llevar una vida más propia de un primate, y asesorarles respecto a la dieta, el manejo y los cuidados que debía recibir Lulú, empezamos el largo proceso para su rescate. Tras unos meses, la fundación AAP de Holanda, vino a recoger a Lulú y a Gino, otro macaco de berbería con una historia similar, también en Cataluña.
FAADA colabora con la Fundación AAP, en el rescate de algunos animales exóticos procedentes del tráfico tanto legal como ilegal. Al llegar al centro, después de pasar por un período de cuarentena, los animales inician un largo proceso de recuperación física y psicológica, con el objetivo final de socializarlos en un grupo y reubicarlos posteriormente en centros apropiados y con altos niveles de bienestar animal y que deben cumplir una serie de requisitos y acogerse a un seguimiento posterior de los animales recibidos.
En estos momentos Lulú, aunque sigue en el período de cuarentena, disfruta de los cuidados y las actividades de enriquecimiento ambiental que le ofrecen sus cuidadores, se muestra contenta, adaptada y, curiosamente, aunque estaba muy humanizada, no echa de menos el contacto con las personas. Su estado físico también está mejorando.
Cuando Lulú llegó a AAP presentaba síntomas de desnutrición y sufría un retraso en su desarrollo madurativo, así como atrofia muscular en sus patas, debido a la falta de ejercicio causada por su cautiverio.
Esperamos que pronto pueda disfrutar del contacto con otros macacos y pueda tener una vida lo más parecida posible a la que debería haber tenido y de la que un día se la arrebató.