Cuando hablamos de pieles hemos de distinguir primero su procedencia: puede ser de granjas o de animales capturados. Veremos las dos en detalle.
La mayor parte de las pieles proceden de granjas y no de animales salvajes capturados. Las granjas de peletería son granjas de cría de animales que tienen como objetivo principal obtener sus pieles.
De la gran variedad de animales que hay de origen salvaje que se usan en peletería, la industria cría a los animales cuyo pelaje es de mayor calidad y que tiene un mercado estable. Las principales granjas peleteras en Europa se encuentran en Dinamarca, Noruega, Finlandia y los Países Bajos. A nivel mundial, China es el mayor importador y exportador de pieles.
La primera granja peletera fue de zorros. Actualmente las principales especies criadas en granjas son los visones y los zorros árticos, aunque también se crían zorros rojos, mapaches, martas cibelinas, coipús, chinchillas y conejos.
Los animales se encuentran en instalaciones de cría masiva e intensiva, hacinados en pequeñas jaulas metálicas sin ningún tipo de enriquecimiento ambiental y sin poder llevar a cabo sus comportamientos más naturales. Los suelos de las jaulas son de rejilla para que los excrementos caigan directamente al suelo y faciliten su limpieza. Pero los pies de estos animales no están adaptados para apoyarse en un suelo de reja metálica, lo que les puede ocasionar lesiones y una constante sensación de inseguridad. El agudo sentido del olfato de estos animales se ve afectado por el fuerte hedor de sus excrementos y orina y los de los otros animales enjaulados. Las jaulas se ubican una al lado de otra de manera que los animales pueden verse entre sí. Esta condición es especialmente estresante para las especies solitarias, como el visón, o especies con complejas jerarquías sociales, como los zorros. Además, el hacinamiento intensivo imposibilita actividades naturales para los animales como correr, nadar, escalar, cavar o recorrer largas distancias.
A causa del aburrimiento, la frustración y la privación de un ambiente biológico y socialmente inapropiado al que no pueden adaptarse, los animales de las granjas peleteras suelen mostrar signos claros de estrés. Éste se manifiesta llevando a cabo comportamientos estereotipados, que son comportamientos repetitivos y obsesivos sin ninguna finalidad aparente. Pueden mostrar apatía, morderse la cola, morder los barrotes de la jaula, practicar canibalismo con otros animales en sus jaulas, mostrar agresividad entre ellos, moverse de un lado a otro siguiendo la misma ruta incesantemente, etc.
Para fabricar un abrigo de piel se matan: 12-15 linces, 10-15 lobos o coyotes, 15-20 zorros, 60-80 visones, 27-30 mapaches, 10-12 castores o 60-100 chinchillas.
En la industria peletera se mata a los animales a los 7-10 meses de vida. Pero no en el caso de las hembras, que permanecen entre 4 y 5 años en las jaulas, siendo forzadas a tener más crías cada año. De cada camada sobreviven 3 o 4 crías. Los machos se sacrificarán sobre los 7 meses de vida.
Los animales a menudo se crían endogámicamente para seleccionar características concretas como colores específicos, lo cual conlleva graves anormalidades: sordera, cojera, deformidades en los órganos sexuales, anemia, esterilidad, trastornos del sistema nervioso, sangrado excesivo y alta susceptibilidad a las enfermedades. También pueden limitar y alterar la cantidad de luz diaria para conseguir los efectos deseados en la piel.
En cuanto al sacrificio de los animales, los granjeros suelen utilizar los métodos de matanza más económicos, como la asfixia, la electrocución, el envenenamiento o los gases. Para la industria peletera lo importante es que la piel no se rompa, y estos métodos permiten matar a los animales sin causar daños en la piel. A los visones americanos se les suele matar retorciendo su cuello o bien con monóxido de carbono, por lo cual suelen morir lentamente y de forma dolorosa por asfixia. A los zorros se les suele electrocutar, introduciendo electrodos en su boca y en el ano, de manera que la descarga eléctrica los mata.
El 85% de las pieles provienen de animales criados en cautividad en las granjas de peletería, mientras que el resto provienen de capturas mediante trampas puestas en sus hábitats. Nutrias, zorros, lobos, mapaches, gatos monteses, castores, zarigüeyas, entre otros, son algunos de los animales que se cazan mediante estas trampas que los coge por las patas, destrozando normalmente gran parte de éstas.
En general los cazadores solo son profesionales en las regiones donde hay muchos bosques y la caza es abundante, lo que suele ir ligado a economías pobres. En países donde la caza no es abundante, como en España, no hay profesionales y si se obtienen pieles de animales cazados es solo como entretenimiento. Los cazadores, o tramperos profesionales, solo cazan las especies en las que la relación abundancia-precio es alta. Pero cazar una especie en exceso comporta que durante los siguientes años habrá menos animales, con lo cual no se obtendrán grandes beneficios. Además al disminuir mucho su población, se dificulta su captura.
Los animales que se obtienen para su piel mediante trampas, no son los únicos que sufren, ya que las trampas no son selectivas y muchas veces otros animales que no sirven para esta causa, caen en las trampas. Los que consiguen escapar quedan gravemente heridos, sufriendo pérdidas importantes de sangre, gangrenas, infecciones o siendo víctimas fáciles de sus depredadores. Se calcula que por cada animal deseado, se atrapan unos 10 animales de forma accidental. El comercio de pieles salvajes ha llevado al declive de numerosas especies e incluso a la extinción y exterminación de otras.
Las trampas destrozan huesos, cortan tendones, rasgan la carne y rompen nervios provocando una larga agonía al animal. A causa del dolor los animales luchan aferradamente para escapar. Algunos animales llegan incluso a roerse las patas durante días y desgarrárselas para liberarse.
Por otro lado, aunque la Convención de Washington prohíbe la comercialización de pieles de ciertas especies de animales salvajes como el guepardo, el tigre, el jaguar y los leopardos, se pueden otorgar licencias excepcionales.