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Langostas, cangrejos y demás… ¿Feliz Navidad?

Conscienciació Barcelona, desembre 20, 2011

Langostas, cangrejos y demás… ¿Feliz Navidad?
Millones de estos animales se capturan, transportan, almacenan y cocinan vivos por el mundo. Pero, ¿nos hemos cuestionado alguna vez cuánto sienten estos animales?

La creencia de que cefalópodos y los crustáceos decápodos no son conscientes del mundo que les rodea y no sienten dolor ni sufrimiento es muy cuestionable. Los conocimientos del sistema nervioso y el comportamiento de cefalópodos (Pulpos, calamares, sepias y nautilus) y crustáceos decápodos (langostas, y cangrejos), demuestran lo contrario.

El comportamiento de langostas y cangrejos muestra que pueden reconocer y recordar situaciones u objetos dolorosos o amenazantes y tratan de evitarlos. Estos animales también tienen la capacidad de aprender y de tomar decisiones. Demuestran cierta comprensión y memoria tanto de lugares como de otros individuos, por ejemplo mediante la formación de jerarquías sociales cuando son hacinadas en tanques. Algunos cangrejos incluso ayudan a sus vecinos cuando un intruso intenta apoderarse de su cueva.

Millones de estos animales se capturan, transportan, almacenan y cocinan vivos por el mundo. Pero, ¿nos hemos cuestionado alguna vez cuánto sienten estos animales?

Aunque no disponen de un cerebro centralizado ni de un cortex cerebral, las langostas tienen un sistema nervioso complejo que según el Shellfish Network les capacita para sentir dolor. De hecho es posible que sientan incluso más dolor del que sentiríamos nosotros en situaciones similares; según la zoóloga de invertebrados Jaren G. Horsley, "Las langostas no tienen un sistema nervioso autonómico que entraría en estado de shock si es dañado. [...] las langostas sienten el dolor, pues, hasta que su sistema nervioso es destruido" durante la cocción.

Ya en sí, la captura, el cambio de presión de la profundidad del mar a la superficie, su manipulación, conservación, almacenamiento y el hecho de mantenerlos fuera del agua puede causar lesiones, estrés y sufrimiento a los animales. Mantenidos a menudo sobre hielo para “reducir su actividad”, entran en un estado de semi-inconciencia lo cual no significa que dejen de sentir dolor.

Muchos de estos animales pueden morir de inanición, deshidratación, calor excesivo, o de las lesiones sufridas por peleas entre ellos (son animales territoriales) o en trampas perdidas a la deriva.

Las langostas son muy sensitivas a la calidad del agua, si hay muchos residuos en el tanque de agua donde se mantienen pueden morir por lo que es practica habitual no alimentar a los animales mientras están en los tanques, muriendo algunos de inanición y atacándose entre sí.

La práctica actual de matar las langostas cociéndolas en agua hirviendo sin el uso de anestesia ni aturdimiento es de particular preocupación. Durante este proceso de cocción luchan violentamente, dan coletazos tratando de escapar y se desprenden de algunas de sus extremidades como reacción al dolor. Esta agonizante muerte puede durar entre varios segundos y 7 minutos.

Algunas personas congelan a los animales como método de sacrificio, pero además de que este método expone a los animales a una temperatura extrema que les resulta desagradable, estudios científicos con otros animales ectodermos sugieren que no pierden la conciencia durante la hipotermia. Asimismo, su muerte y pérdida de conciencia no es inmediata y existen casos en que los animales se han reanimado al meterlos en agua hirviendo.

Existe pues una urgente necesidad de adaptar toda la legislación pertinente. Algunos países ya han tomado medidas: Austria ha prohibido mantener a las langostas sobre hielo y atarles las pinzas. La ciudad de Regio (Italia) no permite que se cocinen las langostas vivas. Noruega incluye a los decápodos dentro de su legislación de bienestar animal. El Reino Unido está investigando y aplicando ya medidas para aturdir a estos animales antes de hervirlos vivos.

En la naturaleza las langostas pueden vivir hasta 100 años, utilizan complejas señales para explorar su entorno, establecen relaciones sociales y migran más de 100 kilómetros cada año. ¿Porqué no les dejamos vivir sus vidas?

Más información en este informe de Advocates for Animals y en los siguientes enlaces de The Shellfish Network, Animal Aid y PETA.