El rodaje con animales de una pieza para publicidad, cine, videoclips y televisión no empieza ni termina en el plató. Grabar con animales salvajes implica obtenerlos, entrenarlos, transportarlos y mantenerlos. La verdadera problemática es, a menudo, invisible a primera vista. El uso de animales salvajes para grabar anuncios o películas tiene graves consecuencias, tanto físicas como psicológicas, para la fauna involucrada.
Las empresas de castings de animales necesitan abastecerse de animales que proceden de otras empresas dedicadas a la cría y compraventa de animales para este fin, así como de parques zoológicos, circos y particulares. Algunos incluso, en especial los elefantes, son capturados de su estado salvaje: en 2016, las dos elefantas que se utilizan para el sector audiovisual en España, Dumba y Babaty, han sido capturadas en su hábitat natural. Algunas de las empresas que proporcionan animales para el sector audiovisual en España suelen autonombrarse “centros de rescate” (a pesar de no contar con las autorizaciones correspondientes ni llevar a cabo el trabajo de un santuario) para justificar su negocio. Dan a entender al público y a la industria que utilizan los animales en producciones audiovisuales en beneficio de los mismos.
Las condiciones en las que viven estos animales, en jaulas o en pequeños recintos generalmente sin suficiente enriquecimiento ambiental, no pueden satisfacer sus necesidades de bienestar físico o social más básicas y les imposibilitan llevar a cabo sus comportamientos naturales. El entrenamiento al que son sometidos los animales para que actúen, especialmente cuando son forzados a llevar a cabo comportamientos impropios a su especie, suele basarse en el control por hambre y, tal como corroboran varios ex adiestradores (Pat Derby o Ric O’Barry, entre otros), en la violencia física.
Dumba y Babaty, las 2 elefantas utilizadas para producciones audiovisuales en España, han sido capturadas del estado salvaje.
Esto, junto al estrés que puede implicarles actuar en un ambiente artificial y ser trasladados, puede irritar y asustar a los animales, provocando que puedan atacar a personas humanas u otros animales. Por la imposibilidad de interactuar con animales salvajes de manera completamente segura, los responsables de estos animales los mutilan (a los grandes felinos se les suele quitar sus garras –desungulación– y a los primates cortar los colmillos, por ejemplo), les sedan y recurren al uso de cadenas, precintos o instrumentos de castigo (en el caso de los elefantes por ejemplo, un barrote con gancho de acero denominado Bullhook).
Cuando los animales crecen y se hacen demasiado grandes, su manejo llega a ser todavía más complicado y peligroso y estas empresas de alquiler de animales acaban deshaciéndose de ellos vendiéndolos a circos, zoológicos, particulares o confinándoles en una jaula de por vida.
El uso de especies en peligros de extinción como tigres, elefantes y chimpancés, según corroboran los expertos, tiene además un impacto negativo para la conservación de estos animales, ofreciendo al público una imagen distorsionada de su condición, y fomenta el tráfico legal e ilegal contribuyendo a empeorar su estado de especie amenazada.
Tal y como demuestran producciones exitosas como “El origen del Planeta de los Simios” (2011), “Noé” (2014) o “La Leyenda de Tarzán” (2016), existen válidas alternativas tecnológicas al uso de animales reales en el cine o la publicidad: Animatronics, VFX y 3D ofrecen efectos espectaculares y eliminan muchas de las problemáticas (legales, de seguridad, etc.) que implica trabajar con animales salvajes.
A nivel estatal
Entre los éxitos de la iniciativa destacan: