Aún con las mejores intenciones, es imposible reproducir el hábitat y las complejas relaciones sociales de los animales salvajes. En la mayoría de los casos, aquellos animales utilizados para filmaciones viven en espacios reducidos y privados de enriquecimiento ambiental.
También hay proveedores que mantienen a sus animales en cercados relativamente grandes y adaptados. Pero aunque aseguren ofrecerles las mejores condiciones de vida, acaban fomentando y sirviendo también a la misma industria de la que se quieren distanciar. Al fin y al cabo, encierran en sus instalaciones a los animales privándoles de su libertad y de los comportamientos físicos y sociales propios de su especie para los que están adaptados. Mientras siga existiendo demanda de animales salvajes para este (y otro) tipo de prácticas, fenómenos como la caza y el contrabando de animales salvajes no desaparecerán.
Loti y Tarzán, chimpancés rescatados en España de la industria audiovisual, tardaron 9 años en superar sus problemas de agorafobia y volver a salir al exterior.
Las condiciones ambientales y psicológicas anti-naturales en las que son obligados a vivir estos animales pueden causarles traumas y problemas psicológicos de por vida. Loti y Tarzán, dos chimpancés que aparecieron en varias producciones audiovisuales (La Marató de TV3 de 2006, entre otras) y que vivieron varios años en un remolque de camión, son un ejemplo de ello. Cuando fueron rescatados por el Centro de Rescate Rainfer (Madrid) presentaban graves problemas cutáneos (falta de pelo, de color y dermatitis severa), falta de desarrollo músculo-esquelético y graves trastornos psicológicos (apatía profunda, miedo a las personas y agorafobia). No fue hasta 2016, tras 9 años en el centro y muchísimos cuidados, que consiguieron superar por primera vez su miedo al exterior y poner un pie en la tierra del recinto a cielo abierto.
A nivel estatal
Entre los éxitos de la iniciativa destacan: