Llega un momento en que aquellos animales que no han muerto antes de llegar a su edad adulta ya no son rentables o resultan demasiado peligrosos. Entonces son descartados y sus vidas se vuelven, si cabe, más miserables todavía.
En 2011, Tato Peralta de la empresa Fauna y Acción declaraba en el artículo “Animales de Oscar” del diario El Mundo: “Cuando ya no sirven te van avisando poco a poco... Un día te vas de vacaciones y cuando vuelves ya no hay quién entra en la jaula”. En otro artículo: “Un chimpancé puede cobrar 15.000 euros por un día de rodaje”, Tato Peralta decía: “Sencillamente, con frecuencia sucede que un animal salvaje, aunque lo hayas criado tú, a partir de un momento deja de servir. Un tigre sabe que es un tigre”.
Al alcanzar la madurez sexual y el máximo de su fuerza, sus instintos y su tamaño los hace potencialmente muy peligrosos e incluso agresivos. Los animales son de mantenimiento costoso, así que suele resultar necesario encontrarles algún tipo de salida. En la mayoría de los casos son vendidos a zoológicos u otros centros de cautiverio pero también pueden ser utilizados por sus mismos propietarios para la reproducción.
La vida “útil” de muchos de los animales salvajes utilizados para el audiovisual es de hecho limitada a unos pocos años. Los chimpancés, por ejemplo, tienen una vida “artística” útil de unos 8 años pero pueden llegar a vivir hasta los 60.
Animales que han servido de reclamo para grandes empresas y multinacionales han terminado sus días recluidos en pequeñas jaulas durante años. Sólo en el mejor de los casos, han sido rescatados por fundaciones, santuarios y centros de rescate privados. Pero éstos son muy pocos y disponen de una capacidad y recursos limitados.
A nivel estatal
Entre los éxitos de la iniciativa destacan: