Los delfinarios son piscinas, generalmente constituidas por una piscina abierta al público y una piscina médica o de separación de los animales. En algunos casos también cuentan con una zona de piscina no expuesta a la visión del público, donde pueden apartar a los animales que estén enfermos, a recién nacidos o a los que, por la razón que sea, no participan en los espectáculos.
Los animales pueden llegar a estos centros por tres vías diferentes: directamente de la naturaleza, trasladados desde otro zoológico o bien por haber nacido en el mismo delfinario.
A día de hoy se siguen capturando delfines, orcas y belugas para abastecer de estas especies a los centros que lo reclaman, bien por no haber tenido hasta la fecha o debido al fracaso de sus programas de reproducción. Un ejemplo claro es el de la isla japonesa de Taiji, donde cada año se matan a miles de delfines para el consumo humano y se capturan a los ejemplares más bonitos o llamativos para su envío a centros de todo el mundo.
En España, por legislación europea (Reglamento 338/97 relativo a la protección de especies de la fauna y flora silvestres mediante el control de su comercio (CITES)), no se puede capturar cetáceos con fines comerciales. Sin embargo, en ocasiones se utilizan estrategias para evadir esta norma: la orca Morgan de Loro Parque, por ejemplo, se trató como un falso rescate porque fue encontrada sola y unos pocos científicos determinaron que era inviable devolverla al mar. Actualmente, vive en las mismas condiciones y participa en las actuaciones comerciales con el resto de orcas de este centro. Las dos belugas del Oceanogràfic de Valencia son Yulka y su cría Kylu, que nació allí mismo, Yulka y Kairo (ya fallecido) se capturaron en Rusia y, tras una corta y conveniente estancia en un delfinario de Argentina, llegaron a Valencia.
En 2017 unos 2.000 cetáceos viven en cautividad repartidos en aproximadamente 60 países del mundo.
Al igual que pasa durante las capturas, los cetáceos que se trasladan de un centro a otro son separados repentinamente de sus familias, con las que, en la naturaleza, podrían pasar toda su vida. Durante el transporte, deben aguantar muchas horas en unos remolques del tamaño mínimo para sostenerlos y con la cantidad de agua suficiente para que no mueran. Aun así, en ocasiones, los animales no aguantan y fallecen antes de llegar a su destino. La adaptación al nuevo centro tampoco es fácil: deben aclimatarse a un espacio nuevo, a nuevos entrenadores y a técnicas de entrenamiento distintas; y deben integrarse en un grupo de animales que no han escogido ellos. Esto les provoca mucho estrés, especialmente debido a la adaptación al nuevo grupo que suele implicar fuertes peleas y/o marginación de individuos.
Los animales que nacen en cautividad, pasan algún tiempo con su madre y, si tienen suerte, quizás permanecen con ella el resto de sus vidas. Sin embargo, los cetáceos que se convierten en madres en cautividad suelen padecer graves problemas consecuencias del no haber aprendido en la naturaleza lo qué es la maternidad ni cómo deben cuidar de sus crías. Por esta razón, muchas crías acaban teniendo que ser alimentadas por los entrenadores a base de biberones, y, en ocasiones, son incluso rechazadas por sus progenitores.
La reproducción en los delfinarios está controlada por las personas, ya sea mediante inseminación artificial o bien a través del control hormonal de las hembras (técnica que permite regular su ciclo para que las crías nazcan en la época del año que más interesa al delfinario). También se decide con quién debe aparearse cada animal, manteniendo en piscinas separadas del resto del grupo al macho y a la hembra elegidos para que sean ellos, y no otros, quienes se reproduzcan.
Es normal que cada vez haya más control en la reproducción en cautividad: la endogamia es un problema muy común que acarrean estos centros. Madres que se cruzan con hijos, hijas con tíos y hermanos, etc., derivan en una pérdida de la riqueza genética que se daría de forma natural y además arrastra defectos genéticos a la progenie.
Así que los delfinarios deben elegir entre capturar animales de la naturaleza, mantener grupos endogámicos o bien participar en programas de intercambio de individuos, en el que sus animales pasan de un centro a otro acorde a las directrices del programa en cuestión. En cualquiera de los casos, el objetivo último siempre el mismo: el lucro. Si los cetáceos no supusieran ingresos económicos para los propietarios de estos centros, jamás se les mantendría en cautividad.
A nivel europeo
Desde SOSdelfines, que aboga para el fin de la cautividad de los cetáceos.
A través de la Dolphinaria-Free Europe, coalición formada por distintas entidades, profesionales y expertos europeos en mamíferos marinos y que trabaja para el fin de su cautividad.
A nivel internacional
Trabajamos con expertos en cetáceos y otros científicos con el objetivo de definir y crear soluciones como por ejemplo: la creación de santuarios marinos donde los delfines actualmente explotados puedan acabar sus días de forma digna.
Wiki FAADA
¿Qué puedo hacer si percibo comportamientos anormales en un espectáculo con delfines?
¿Qué hago si me encuentro un cetáceo varado en la playa?
¿Cuántos delfinarios hay en España?
¿Cuánto viven los cetáceos?
¿Se puede nadar con delfines en España?
¿Es eficiente la delfinoterapia o terapia asistida con delfines (DAT)?
¿Son peligrosos los cetáceos?
¿Los delfinarios llevan a cabo programas de conservación o investigación?
¿Puede volver al mar un cetáceo que ha vivido en cautividad?
¿Cuántos cetáceos viven en cautividad en el mundo?
Otras fuentes
SOSdelfines
Dolphinaria-Free Europe
Informe ENDCAP sobre delfinarios en Europa
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Adéu Delfinari