Utilizamos cookies propias y de terceros para ofrecerte una mejor experiencia y servicio. Si continúas navegando, estás aceptando nuestra política de cookies. Pero puedes cambiar la configuración en cualquier momento. Más información

Aceptar

Become a member

Kitty, una historia con final feliz

Our action Barcelona, october 19, 2016

Kitty, una historia con final feliz
Gracias a la ayuda de muchas personas, la gatita que se quedó ciega y sorda tras un atropello empieza una nueva vida.

Kitty lo ha conseguido. Gracias a la ayuda de muchas personas hoy podemos contaros una historia con final feliz.

Como quizá recordaréis, Kitty es una gatita que fue atropellada hace 7 meses. Resultado del accidente perdió un ojo, la visión del otro, se quedó sorda y su mandíbula quedó lesionada. Fue necesario intervenirla quirúrgicamente, algo que resultó posible gracias a la ayuda de Maria Torrella, una chica muy emprendedora que de su propia iniciativa montó una iniciativa solidaria para ayudarnos a recaudar dinero para Kitty a través de la plataforma Mi Grano de Arena. Pero a pesar de la operación, finalmente fue necesario colocar a Kitty un tubo de esofagostomía para poder alimentarla ya que a duras penas podía abrir la boca y le resultaba imposible comer y acicalarse.

Su situación era muy complicada: se le tenía que alimentar 3 veces al día por una sonda y padecía mucho dolor. Así que desde FAADA acudimos a la Clínica Felina (Barcelona) para tener una segunda opinión y se acordó practicarle una artroplastia bilateral de las articulaciones temporomandibulares para intentar que pudiera volver a abrir la boca.

Una operación muy delicada pero cuyo resultado fue espectacular. A tan solo 48 horas de la cirugía, Kitty ya comía con ganas y se acicalaba. Cuatro días después se le pudo sacar el tubo que había llevado durante más de 6 meses.

Y todavía no os hemos contado lo mejor, ya que no solo Kitty se encuentra mucho mejor sino que además… ¡ha sido adoptada! Para Noe y Roger no fue ningún inconveniente que fuera ciega y sorda y decidieron acogerla en su familia con los brazos abiertos. Y ahora Kitty está la mar de feliz con ellos.

Así que mil gracias a todos: a Maria, a los súper profesionales de la Clínica Felina, a Roger y Noe, a Raquel e Irene que hicieron de casa de acogida, a José Luis que se hizo cargo de las primeras facturas veterinarias de Kitty y a todos los que de alguna manera os habéis movilizado por ella.