Los dos menores de edad juzgados por haber matado y mutilado a varios gatos en la antigua Protectora la Perla, de Sant Pere i Sant Pau, han sido declarado culpables. El juez les ha impuesto nueve meses de libertad vigilada –el fiscal pedía un año– y realizar un programa formativo.
Fueron unas acciones salvajes, en las que se utilizaron navajas, una escopeta de perdigones y objetos contundentes –un martillo y un destornillador–. Con estos instrumentos «maltrataron hasta la muerte, hirieron o mataron a diferentes gatos acogidos en el refugio». Así lo recoge la sentencia dictada por el Juzgado de Menores, en la que se condena a los dos menores –que cuando ocurrieron los hechos tenían 14 y 15 años– por un delito continuado de maltrato de animales domésticos. En cambio, fueron absueltos de un delito de ocupación de inmuebles. También tendrán que rascarse los bolsillos y pagar –o sus padres, como responsables civiles solidarios– 1.500 euros al Refugi la Perla por los daños morales y 253 por los gastos veterinarios.
Inicialmente, el fiscal sostenía que los dos procesados –en compañía de un mayor de edad pendiente de ser juzgado– habían entrado en el recinto en cinco ocasiones, en las cuales habían torturado a los felinos. El juez, sin embargo, apunta que sólo ha quedado probado que fueron dos veces: en el mediodía del 15 de noviembre de 2008 y en la tarde-noche del día 21.
Durante el juicio, los dos menores negaron cualquier responsabilidad y aseguraron que el autor fue el mayor de edad. Pero para el juez, el hecho de que los tres fueran juntos indica que «todos ellos eran conscientes de lo que ocurría y pasaba».
Las torturas
En los dos días en que ha quedado probado que fueron torturados los gatos, los jóvenes fueron vistos salir del recinto por unos testigos. El juez considera que acudieron al refugio en los dos días señalados y no sólo dispararon a los gatos sino que incluso clavaron un destornillador a uno y quebraron las patas a otro.
El magistrado tampoco considera creíble –como ellos aseguraron durante el juicio– de que iban a hacer prácticas de tiro disparando a latas, ya que para ello «puede escogerse cualquier otro lugar». En la sentencia se recoge que «en el refugio no se encontraron latas con perdigones incrustados sino gatos con perdigones incrustados y gatos torturados».
Uno de los procesados dijo que se quejaba de lo que pasaba o no le gustaba. Para el juez, «con no acudir tenía bastante». Y añade: «El hecho de acceder al refugio en compañía de los demás en diferentes días es indicador de que se estaba plenamente de acuerdo con el maltrato a los gatos».
Fuente: Diari de Tarragona
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