Awareness Barcelona, february 25, 2020
El consumo de lácteos está muy extendido en nuestra sociedad: leche líquida o en polvo, nata, yogures, quesos y mantequilla son sólo algunos de los alimentos que se consumen de forma extendida en occidente, sin contar la gran cantidad de otros productos que contienen entre sus ingredientes la leche animal.
Pero, más allá de las implicaciones para la salud humana, ¿Es la leche un producto que pueda considerarse respetuoso con los animales? ¿Por qué las personas veganas la excluyen de su alimentación? ¿Y por qué recientemente cada vez más empresas productoras se empeñan en afirmar que cuentan con un sello de “bienestar animal”?
Muy resumidamente, porque este producto llega a nuestras neveras tras un largo ciclo de explotación animal que la gran mayoría de las personas siguen desconociendo. A continuación analizamos unos cuantos datos que pueden darnos una visión general del problema.
En primer lugar, recordamos que España es el 7º productor de leche de vaca de la Unión Europea, el 1º en producción de leche de oveja y el 2º en leche de cabra.
En el mundo hay unos 370 millones de vacas que son explotadas por su leche. Lo mismo ocurre con ovejas y cabras, animales que necesitan vivir en manada, de forma gregaria, formando vínculos fuertes entre ellas y reconociendo a todos los miembros de su grupo.
En las explotaciones ganaderas de España las vacas, animales muy sensibles, son mantenidas con vida hasta los 6-7 años y forzadas a pasar por unas 4-5 gestaciones de 9 meses cada una. En la mayoría de los casos el ternero suele ser separado de la madre a las 24 horas de nacer (tiempo que varía en cada explotación entre las 6 horas y los 21 días), ya que no interesa que se alimente de la leche cuya producción está destinada a la venta.
Contrariamente a lo que muchas personas piensan, no existen “vacas lecheras”: tan sólo madres que producen leche tras haber dado a la luz a su cría.
De hecho, todas las hembras mamíferas para poder producir leche han de convertirse en madres y la leche que producen está biológicamente destinada a la alimentación de la cría. Es lo mismo que pasa con las madres humanas que tienen hijos y leche en sus pechos durante el tiempo que estén alimentando a sus bebés.
Las vacas, cabras y demás animales utilizados para obtener leche, son inseminadas artificialmente y pasan por embarazos forzados, privación de libertad, ordeña intensiva y medicación. Y, como hemos visto, las crías son separadas de sus madres para que la leche pueda ser destinada al consumo humano con todo el estrés físico y psicológico que esto conlleva para ambos.
En las explotaciones de vacas de leche la mortalidad de terneros es alta: antes del destete estos animales son altamente vulnerables (es fundamental que tomen el calostro entre 30 min y 8 horas después del parto), por lo que este proceso les puede causar grandes estragos.
El destete además es un proceso que debería hacerse de forma gradual: cuando es brusco los terneros sufren altos niveles de estrés, y varios animales no sobreviven al proceso. Existen estudios de hecho que demuestran que los terneros destetados a edades tempranas muestran mayor incidencia de estereotipias. ¿Y los que sobreviven? En general, las hembras tendrán el mismo destino que sus madres y los machos se destinarán a la producción de carne.
Cada vez hay más oferta en el mercado que sustituye a los tradicionales productos lácteos y que no supone ningún perjuicio para los animales. Bebidas y postres de avena, almendra, soja y arroz son alternativas deliciosas y saludables que ya se pueden encontrar en todos los supermercados nacionales.
Desde FAADA te invitamos a que las descubras e incorpores en tu vida y en tu dieta, y que compartas esta información con tus conocidos/as que aún crean en la “leyenda de las vacas lecheras”.
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