Concienciación Barcelona, febrero 1, 2019
Si es verdad que el amor no se compra deberíamos tenerlo muy presente también a la hora de ampliar la familia y acoger a un compañero no humano. Porque comprar un animal significa comercializar y cosificarlo, poniendo un precio a la vida de otro ser vivo. Y contribuir, como veremos a continuación, a fomentar una industria cruel que provoca el maltrato y la muerte de muchísimos animales cada año. Adoptar en cambio, implica ofrecer una segunda oportunidad a un perro o gato que ha sido víctima de abandono o maltrato y está esperando su oportunidad en una jaula. Y que, dependiendo de la comunidad autónoma en la que se encuentre, corre el riesgo de ser sacrificado si no aparece rápidamente una familia interesada.
En las tiendas se venden animales con animo de lucro, es decir para ganar dinero. La mayoría de animales expuestos en los escaparates de estos centros son criados en las que se conocen como “Puppy Mills”. Las Puppy Mills, granjas o fábricas de cachorros, son instalaciones de cría de perros y gatos que producen animales de manera industrial a precios muy por debajo del mercado y sin prestar ninguna atención a su bienestar. Suelen estar situadas en países del este, donde el control de los estándares de bienestar es menor y abastecen a todo el mercado español.
Nadie sabe cuántas Puppy Mills hay en Europa, ni cuántos animales se transportan, pero los accidentes de camiones en autopistas y controles rutinarios de tráfico han sacado a la luz animales procedentes de Hungría, Rumanía, Eslovaquia, Polonia y República Checa. Sin embargo, el mayor número de Puppy Mills del que se tiene constancia se encuentra en EEUU, donde se calcula que hay aproximadamente 10.000 de estos criaderos de perros.
Las fábricas de cachorros funcionan así: las madres son mantenidas de por vida en jaulas pequeñas, de naves industriales donde casi no hay luz, en condiciones higiénico sanitarias muy deficientes y apenas sin atención veterinaria. Son forzadas de forma continua en cuanto tienen el celo, encadenando un parto con otro. Los cachorros son separados de sus madres prematuramente, y con pocos meses, son transportados hacinados en camiones por toda Europa. Muchos mueren en el camino o llegan enfermos con enfermedades como parvovirus, coronavirus, panleucopenia o enfermedades hereditarias.
Los refugios o protectoras en cambio, acogen en sus instalaciones animales abandonados o victimas de maltrato, sin mirar su edad, aspecto o pedigrí. Aquí les brindan atención veterinaria, alimento y cobijo y, a la espera de que aparezca una familia que les quiera ofrecer una oportunidad, además de cariño y las mejores condiciones de bienestar que las circunstancias permiten.
En las tiendas de animales además, se suelen entregar los cachorros a cualquier persona dispuesta a pagar su precio, sin intentar averiguar si esa persona o familia son aptos y están preparados para tener la responsabilidad de una vida de muchos años a su cargo. En los refugios en cambio, se intenta saber si la familia está preparada y es consciente de las necesidades que requiere el animal y se les ayuda a encontrar al perro o gato más compatible con su estilo de vida para garantizar que la adopción sea un éxito. Además, se suele realizar un seguimiento para asegurarse de que los animales vayan a un hogar seguro y que alguien pueda cuidarlos apropiadamente.
Es normal sentirse así, pero comprar a un solo animal de una tienda implica fomentar un negocio que provoca la muerte de miles de perros y gatos cada año. Por cada animal comprado se criará otro para remplazarlo, en un ciclo de miseria de nunca acabar. En cambio, si las personas dejaran de gastar su dinero en la compra de animales en las tiendas, este negocio, sencillamente, se acabaría. Si no hay demanda no hay oferta. En definitiva, está en nuestra mano poner fin a la cría y el trafico de animales.
¡Absolutamente no!
No solo los gastos de adopción suelen ser muy inferiores al precio de un animal en las tiendas, sino que además estas cantidades se utilizan para cubrir los gastos de identificación y esterilización, vacunación y desparasitación del animal que vas a acoger. En las tiendas en cambio, no sólo los animales no se entregan esterilizados, sino que además llevan un microchip que en la mayoría de los casos no está siquiera dado de alta por lo que si el animal se perdiera dificultaría mucho su recuperación.
Justo lo contrario. Es precisamente a las tiendas que suelen llegar animales enfermos o con malformaciones genéticas, consecuencias de la endogamia y de las duras condiciones a las que están expuestos en las Puppy Mills. Los animales que llegan a los refugios en cambio son “supervivientes”, sin contar el hecho de que los animales “mestizos” suelen ser genéticamente mucho más fuerte que los de raza.
En definitiva, si te estás planteando ampliar la familia, esperamos haberte dado unos cuantos buenos motivos para elegir ir a un refugio antes que a una tienda de animales.
Recuerda: ¡la adopción siempre es la mejor opción!
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