En todo el mundo se organizan actividades tradicionales que prevén la participación o el uso de animales y que, generalmente, suelen implicar graves prejuicios e incluso la muerte de los mismos. En la mayoría de casos, la asistencia de turistas a estos festejos o exhibiciones representa un importante incentivo para la organización de dichas actividades que, en parte, acaban perpetuándose debido a la participación de viajeros que desconocen las implicaciones para los animales.
Por lo que se refiere a las fiestas populares, el caso más emblemático es probablemente el de las corridas y fiestas con toros, que a día de hoy siguen teniendo lugar en España, Portugal, Francia, Venezuela, México, Argentina y Colombia. Sólo en España cada año se organizan 16.000 festejos de este tipo. “San Fermín”, una de las fiestas más populares de la península ibérica y que tiene lugar en el mes de julio en la ciudad de Pamplona, acoge cada año la participación de un alto número de turistas, más de la mitad extranjeros. Turistas que, generalmente, desconocen que los “encierros” terminan cada año con el sacrificio de los 48 toros utilizados en este festejo.
Además de las fiestas populares, existen otros tipos de ofertas turísticas tradicionales que implican importantes problemas para los animales. Es este el caso, por ejemplo, de los encantadores de serpientes, que es posible encontrar en países como India y Marruecos y que cazan furtivamente miles de serpientes cada año, habiéndose convertido en una de las principales causas de su desaparición.
Otro caso parecido es el de los osos bailarines que todavía es posible ver en algunas localidades turísticas de países de Europa del Este, India y Pakistán. Estos animales suelen ser capturados de la naturaleza cuando todavía son oseznos para poderles arrancar dientes y garras y atravesar el hocico con aros metálicos: algo que permitirá a sus “cuidadores” controlarles a través del dolor, para, mediante los movimientos que hacen, dar la impresión a los turistas de que los animales están bailando.
Existe un largo listado de actividades tradicionales –desde un punto de vista de la cultura, de la religión e incluso de la alimentación– que implican el uso de animales y antes de visitar cualquier país es imprescindible informarse sobre sus implicaciones reales.
A nivel estatal
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