El primer resto de colección privada de animales que se conoce se sitúa ya en al año 3.500 AC, en Egipto, fruto de la expansión que comienza el ser humano por el planeta, encontrándose con especies que llaman su atención y despiertan su deseo de poseerlas. No fue hasta el siglo XIV, con la colección privada de Luis XIV, en su Palacio en Versalles (Francia), que surge realmente el concepto de jardín zoológico. Sin ningún tipo de función ni objetivos educativos o científicos, el jardín se mantenía simplemente para alarde del rey y disfrute de la aristocracia francesa. Estas colecciones se convirtieron por lo tanto en un mero pasatiempo asociado fundamentalmente a las clases altas, que tenían tendencia a acumular ejemplares extraños en sus jardines, como simples objetos de exposición. En el siglo XIX en las ciudades cada vez más pobladas, también se empezó a querer disponer de animales para entretener a los ciudadanos. Las colecciones privadas dieron entonces lugar a los zoos y en 1828 surgió el primer zoo conocido como tal en Londres en el Regent's Park. Los zoológicos se han mantenido desde entonces y durante siglos: como colecciones de animales vivos para la exhibición y el entretenimiento del público.
Los animales en los zoos, en la gran mayoría de los casos, viven de manera permanente en pésimas condiciones: como seres vivos y sintientes que son, tienen la necesidad de llevar a cabo sus comportamientos naturales, en el hábitat para el cual están naturalmente adaptados. Su uso, y en especial el de ejemplares de especies salvajes, para el entretenimiento humano, no solo no les permite desarrollar dichos comportamientos con graves perjuicios para su salud física y psicológica, sino que adormece a la sociedad en la empatía y el respeto de los demás seres vivos.
Sólo un 8% de las especies que se mantienen en los zoos de Europa forman parte de un programa oficial de cría.
La observación de animales emplazados en un entorno artificial y llevando a cabo comportamientos impropios a su especie e incluso estereotipados, carece de la función educativa que los parques zoológicos alegan desarrollar. Asimismo, tal y como demuestra el hecho que sólo una mínima parte de los zoos de Europa ha llegado a reintroducir especies en la naturaleza y que tan sólo el 8% de los animales de todos los zoos de Europa forman parte de un proyecto real de conservación, los parques zoológicos tampoco contribuyen a la supervivencia de las especies.
En el siglo XXI resulta imprescindible replantearse el actual modelo de zoológico como colección de animales para el disfrute humano y trabajar hacia alternativas más éticas: el uso de las nuevas tecnologías para acercar a las personas al respeto de los animales y la protección de los hábitats naturales, y una reconversión, a medio plazo, en centros de rescate que ofrezcan un retiro digno a aquellos individuos que lo requieran.
A nivel estatal
A través de InfoZOOS, coalición formada por las entidades ANDA, BORN FREE y FAADA, creada para incidir, de forma efectiva, en la manera en que son gestionados y tratados los animales salvajes en los parques zoológicos.
Wiki FAADA
¿Qué tipo de información sobre el animal debe mostrarse en un Zoo?
¿Sirven los Zoos para la conservación de las especies?
¿Qué ocurre si se escapa un animal de un Zoo?
¿Se pueden tocar los animales en los Zoos?
¿Debe un Zoo contribuir económicamente en proyectos de conservación en el país de origen de los animales?
¿Es útil la cría en cautividad en los zoológicos?
Otras fuentes