La nostra acció Barcelona, juny 10, 2020
Desde FAADA, como miembros del network de entidades que componen la Asia for Animals Coalition y en el marco de nuestra campaña Turismo Responsable con los Animales hemos firmado la carta que, por iniciativa de la World Animal Protection, se enviará a la Organización Mundial del Turismo ofreciendo argumentos para pedir que se dejen de utilizar animales salvajes y se trabaje hacia una mayor sostenibilidad del sector.
En esta misiva, indicamos que la COVID-19, así como la SARS y el Ébola, muestran que la captura, el manejo y el contacto con la fauna salvaje puede provocar la propagación de gravísimas enfermedades de animales a humanos y que por eso es imprescindible que la OMT vaya gradualmente excluyendo del sector turístico la explotación de animales salvajes para el entretenimiento.
Tal acción señalaría el compromiso del sector turístico no solo de recuperarse, sino de proteger la salud de los turistas y sus trabajadores. Además, esta transición implementaría la mayoría de las 23 recomendaciones para ayudar a mitigar el impacto socioeconómico de la COVID-19 y acelerar la recuperación.
A continuación ofrecemos un resumen de los principales argumentos que les hemos proporcionado:
La aparición del concepto “One Health” refleja el creciente reconocimiento de que la salud y el bienestar de los humanos, los animales y los ecosistemas están interconectados. Las visitas a las atracciones turísticas con animales salvajes pueden representar hasta el 20-40% del turismo internacional a nivel mundial. Algunas de estas actividades se consideran éticas y benefician la protección de las especies salvajes. Es este el caso de la observación de animales en verdaderos santuarios y en su hábitat natural, siempre manteniendo las distancias de seguridad. Sin embargo, muchas otras requieren mantener a fauna salvaje en cautividad: para fotografías, interacciones con turistas y espectáculos.
Se estima que entre 230.000 y 550.000 individuos son mantenidos en instalaciones que afectan negativamente su bienestar y debilitan su sistema inmunológico, acelerando la aparición y propagación de enfermedades.
Entre los ejemplos más preocupantes:
El Código Mundial de Ética para el Turismo de la OMT enfatiza la importancia de preservar las especies salvajes en peligro de extinción. Sin embargo, creemos firmemente que debería modificarse y reconocerse la importancia de proteger a los animales del riesgo de estar en peligro en primer lugar. Así mismo, también debería modificarse para protegerles del sufrimiento innecesario que su explotación para el entretenimiento turístico provoca.
Existe poca o ninguna lógica, desde una perspectiva ética, de sostenibilidad o turística, en limitar la protección de la vida silvestre a que las especies tengan que estar en peligro de extinción para garantizar su protección o preservación.
En todo el mundo, hay ejemplos de cómo el turismo está impulsando el tráfico de fauna salvaje.
Las actividades turísticas con animales a menudo dependen de la sustracción de fauna salvaje de la naturaleza, lo que disminuye directamente la mitigación climática y conduce a la pérdida de biodiversidad. Los océanos y los bosques tropicales dependen en gran medida de la libre circulación de animales para mantener su capacidad de capturar carbono, unas 5,6 gigatoneladas por año, el equivalente al 60% de las emisiones antropogénicas mundiales. Muchos árboles tropicales (por ejemplo, el 50% de todos los árboles en la selva amazónica) necesitan de grandes animales vertebrados para la dispersión y regeneración de sus semillas. Un estudio reciente descubrió que la reducción de éstos debido a la caza, el comercio ilegal y la pérdida de hábitat natural, tiene el potencial de erosionar significativamente el almacenamiento de carbono.
Del mismo modo, los animales marinos son los principales responsables de capturar carbono en el océano. Según la UNEP, el nuevo concepto de "carbono de los peces", reconoce el potencial de la vida marina para abordar el desafío del cambio climático y prevenir la pérdida de biodiversidad global. Los ejemplos incluyen ballenas, peces y otros animales marinos que comen fitoplancton (que absorbe carbono) y depositan carbono almacenado como gránulos fecales en el fondo del océano.
Como resultado de la abrupta interrupción de la actividad turística y en respuesta a las directivas de distanciamiento social, las instalaciones comerciales de animales salvajes están cerradas al público en todo el mundo. Sin ingresos, muchos de estos lugares ya han informado que no pueden alimentar a sus animales. Esto podría llevarles a decidir sacrificarlos, es decir a asesinar deliberadamente a animales sanos.
El hambre es una forma de sufrimiento agudo al que ningún ser sensible debería enfrentarse. La elección entre sacrificio y hambruna dentro de una situación ya comprometida se vuelve más probable cuanto más tiempo la economía permanezca bloqueada. Esta situación refleja el trágico círculo sin salida en el que se encuentran los animales explotados en esta industria: sufren por el turismo y sufren cuando el turismo se agota.
En definitiva, hay muchas razones de peso para dejar de utilizar animales en la industria turística. Para ellos, para el planeta y para las personas, esperamos que la OMT nos escuche y que quién que esté leyendo este escrito también reflexione sobre lo que puede hacer, como potencial viajero/a responsable, para dejar de fomentar las mismas.
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