Peleas de gallos online: nueva modalidad de explotación animal en Filipinas

Las peleas de gallos –sabong en tagalo– están profundamente arraigadas en la cultura de Filipinas. En el archipiélago, esta práctica se considera un deporte nacional y cuenta con sus propias canchas, criadores, veterinarios y seguidores que apuestan por la victoria de uno de los dos gallos que luchan hasta la muerte con una pequeña cuchilla atada a su pata.

Pero debido a nuevas regulaciones que limitaban las riñas con espectadores los festivos y la subida del precio de las entradas, la práctica había perdido popularidad en los últimos años. Y la llegada de la pandemia de la COVID-19 amenazaba con acabar para siempre con estas crueles competiciones. Pero en lugar de eso, los operadores, que ya emitían antes algún enfrentamiento por internet, vieron una nueva oportunidad de explotación de estos animales y comenzaron a retransmitir cada vez más encuentros online.

El resultado es que en los últimos meses la industria ha experimentado un enorme crecimiento, generando millones de dólares en apuestas diarias y atrayendo a toda una nueva generación de jugadores. Al parecer, el responsable de esta nuevo sector es Charlie, Atong, Ang, empresario y ex detenido al mando de Lucky 8 Star Quest, plataforma que retransmite peleas 24 horas, con un promedio de 350 diarias y está asociada con criadores de gallos de todo el país.

El rápido ascenso de la industria ha implicado que muchas personas ya hayan arruinado sus vidas, graves episodios de violencia y, por supuesto, el rotundo rechazo a esta práctica por parte de as entidades locales de protección animal. En noviembre, Alan Peter Cayetano, ex portavoz de la Cámara de Representantes filipina, se refirió a este negocio como “una nueva pandemia” y urgió al Gobierno a intervenir. Y este mes, un grupo de senadores pidió la suspensión de la licencia para varios operadores.

Las elecciones presidenciales el próximo mes de mayo podrían ofrecer algún tipo de solución en este sentido, pero mientras las peleas se siguen celebrando, un número incalculable de animales sigue muriendo.

Fuente: La Vanguardia