En la actualidad existe un alto grado de consenso en la comunidad científica sobre la capacidad de los crustáceos decápodos para sentir dolor. Ya hace casi dos décadas que el Panel Científico sobre Salud y Bienestar Animal de la propia Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria concluyó que “los crustáceos decápodos más grandes tienen un comportamiento complejo y parecen tener cierto grado de conciencia; tienen un sistema de dolor y una capacidad de aprendizaje considerable”, y que “todos los decápodos deberían recibir protección”.
A pesar de las evidencias científicas, estos animales permanecen totalmente desatendidos desde el punto de vista de la protección legal, con la excepción de unos pocos países. El método que tradicionalmente se emplea para matar langostas, bogavantes y otros crustáceos destinados al consumo humano, consiste en hervirlos vivos, y está legalmente permitido en España. Esto pese a que el aturdimiento previo al sacrificio es un requisito legal en los mataderos para los demás animales destinados al consumo (mamíferos y aves).
En resumen, está científicamente probado que los crustáceos son seres sintientes, y hervirlos vivos es una técnica cruel que les produce enorme sufrimiento y angustia antes de la muerte, lo que está demostrado por la lucha, los golpes y los intentos de escape que muestran estos animales cuando son sumergidos en agua hirviendo.
En FAADA no queremos que los crustáceos se utilicen para el consumo humano, pero mientras esto siga pasando, es urgente un cambio de ley para proteger adecuadamente a langostas, bogavantes, cangrejos y otros decápodos, minimizando el extremo dolor que se les obliga a padecer.
Nueva Zelanda y Suiza ya han legislado al respeto. ¡Firma la petición y ayúdanos a lograr también en España la prohibición de hervir crustáceos vivos!