Nuestra acción Barcelona, mayo 5, 2021
La resistencia a los antibióticos es una pandemia mundial que mata cada año a 700.000 personas y se espera que la cifra incremente considerablemente. Los fallecimientos se deben a infecciones que antes podían tratarse con antibióticos y ya no pueden curarse porque las bacterias han desarrollado mutaciones genéticas que les confieren resistencia a la antibioterapia disponible.
Un estudio encargado por la World Animal Protection, que en España se realizó a través de nuestra fundación e investigadores expertos independientes, ha encontrado genes de resistencia a antibióticos (ARGs) en las muestras cercanas a explotaciones porcinas de entre 1.000 y 5.000 cerdos en Catalunya y Aragón.
Para el análisis, se tomaron muestras de agua y sedimento en diferentes puntos de los ríos Gállego, Cinca y otros afluentes. Se detectó la presencia de 8 tipos distintos de ARGs. En el río Gállego la concentración se incrementó a medida que avanza el curso del río, sumando el efecto de acumulación de granjas industriales en la zona. En el caso del Cinca, se observó cómo las concentraciones aumentaban muy significativamente para ARGs directamente relacionados con antibióticos ampliamente usados por la industria porcina justo después de su paso por la granja.
Igualmente preocupantes son los niveles inusualmente altos de ARGs detectados en aguas subterráneas en la comarca catalana de Osona, zona con gran actividad industrial ganadera, donde se fertilizan los suelos con estiércol que proviene del ganado. Estudios anteriores mostraron niveles cada vez más altos de nitratos (normalmente asociados a la contaminación por excrementos de actividad ganadera intensiva), que hicieron declarar el agua de las fuentes de la zona como no potable.
Estos ARGs indican la presencia de superbacterias. Estas resistencias han sido generadas por un uso abusivo e incorrecto de los antibióticos a lo largo de los años tanto en personas como en animales a través de la ganadería intensiva.
Con 46 millones de cerdos sacrificados anualmente, concentrándose un tercio de estos en Aragón y Catalunya, España fue el principal país consumidor de antibióticos de la Unión Europea en 2014. Gracias a la vigilancia en el consumo y a la inminente normativa que limitará su uso, se ha conseguido una reducción, pero todavía lejos de la media europea.
También según datos del Plan Nacional por la Resistencia a los Antibióticos, se apuesta por prohibir o limitar el uso en animales de un tipo de antibióticos que deben reservarse para tratar a las personas con mayor seguridad. Sin embargo, sustituir un antibiótico por otro o buscar alternativas terapéuticas no garantizará el fin de esta pandemia: la raíz del problema no es el uso de antibióticos per se, sino las razones por las cuales se necesita utilizarlos.
El sistema de producción, principalmente por la cantidad de animales y las altas densidades, lleva asociado el riesgo ya que en esas condiciones es más fácil contraer infecciones y que se transmitan a todo el grupo rápidamente.
El hacinamiento, la falta de espacio, de enriquecimiento ambiental, el entorno y las exigencias productivas debilitan el sistema inmunitario de los animales, sometidos a un estado de ansiedad continuo. Y ya que el sistema inmunológico de los cerdos no puede hacer frente a estas condiciones estresantes y antinaturales, se les suministran antibióticos para mantenerlos sanos.
Este sistema productivo debe cambiarse por completo, no sólo por los animales, como advertimos desde hace tiempo las organizaciones de protección animal y el mundo científico comprometido con el bienestar animal; sino también por salud humana y medioambiental.
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