La alimentación, una necesidad básica para el ser humano, es la causa que mayor impacto genera en el sufrimiento animal. Desde que en las escuelas se estudian los alimentos elementales en la dieta de las personas, ya se incluyen los de origen animal como los principales. Por suerte, cada vez son más los estudios que indican que el ser humano puede vivir perfectamente, y superando grandes metas deportivas o intelectuales, sin necesidad de comer productos de origen animal.
Atletas como Fiona Oakes, Carl Lewis, Scott Yurek, Bart Rasso o la catalana Elena Congost Mohedano, llevan dietas 100% vegetales. También deportistas de élite como el escalador Alex Honnold, el futbolista español Carlos Cuéllar, el jugador de la NFL David Carter o la bicampeona de ciclismo española Anna Ramírez Bauxell. Los deportes de fuerza tampoco son un problema para los culturistas como Robert Cheeke o Frank Medrano, o el iraní Patrick Babouniam que ostenta el título del hombre más fuerte de Alemania.
Incluso se sabe que los niveles actuales de consumo de carne en el primer mundo son perjudiciales de forma grave para la salud humana. El estudio de la OMS de octubre de 2015 relaciona el consumo de carnes rojas y procesadas con el aumento en el riesgo de padecer o incrementar ciertos tipos de cáncer. Por carne procesada entendemos a toda la que ha sido transformada, es decir, carnes como: el jamón, la cecina, las salchichas, hamburguesas, carne en lata, etc. La mayoría contiene carne de cerdo o de res pero muchas también llevan subproductos cárnicos tales como la sangre.
La ganadería industrial nos lleva también a riesgos innecesarios que hacen peligrar nuestra salud por los medicamentos o las hormonas que se ingieren junto con estos productos. Hay riesgo de zoonosis; posibilidad, como hemos visto, de distintos tipos de cáncer relacionados con el consumo de carnes procesadas; aumento de emisiones nocivas para el medio ambiente; incremento del uso del petróleo para el transporte de animales y de sus alimentos; derroche del gasto de agua potable; destrucción de la naturaleza y transformación de los campos para aumentar la producción de alimento para los animales; así como el desempleo, la explotación y el aumento de la pobreza en algunas zonas.
En el mundo mueren 60.000 millones de animales al año para la alimentación humana.
El consumo de productos de origen animal para nuestra dieta nos ha llevado a cometer todo tipo de atrocidades contra los animales: selección genética para que las gallinas pongan más huevos, los pollos crezcan más o las vacas tengan crías más grandes; intensificación de los sistemas de producción que conlleva al hacinamiento y así la imposibilidad de expresar comportamientos naturales, la separación madre-cría o las mutilaciones; los sistemas de pesca que arrasan con todo; los transportes en condiciones pésimas y a grandes distancias.
Por encima de todo, el uso de animales para la alimentación implica un grave problema de tipo ético: los animales no humanos, al igual que cualquier ser vivo y sintiente, tienen la necesidad y el anhelo de vivir su vida. Y de hacerlo sin sufrimiento, ni estrés, en condiciones que les permitan desarrollar los comportamientos intrínsecos de su especie y de disfrutar de las relaciones naturales con los demás animales.
En definitiva e independientemente de cómo trascurren sus existencias, los animales utilizados para el consumo humano, son sacrificados antes de tiempo. Este hecho por sí solo, imposibilita justificar el uso de animales para la alimentación ya que no existe manera “humana” de matar a alguien que quiere vivir.
A continuación, puedes informarte a través de los diferentes apartados de Alimentación, sobre toda la problemática referente a los productos de origen animal más usados, para que puedas tomar decisiones informadas.